Qué típicos son los PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO, esa lista de cambios de hábitos que nos han perjudicado durante el año que termina o las metas que se desean lograr durante el año que comienza.
Tomar este tipo de decisiones con mayor acierto requiere tiempo de reflexión, auto-análisis e introspección en un ambiente tranquilo sin influencias, que permita el pensamiento neutro sobre el pasado, la situación presente y la vida que se desea en el futuro.
Curiosamente la sociedad promueve esta tarea en Navidad y Fin de Año, una de las épocas en que a la mayoría de personas están rodeadas por un ambiente emocionalmente intenso, activo, inquieto, que transcurre entre familiares y amigos e influye en la percepción al recibir tantos estímulos externos.
Esta circunstancia impide pensar con claridad más allá de las respuestas inmediatas que requieren atención durante esos días, por eso resulta difícil diseñar las propuestas de cambio y de mejora a final de año, será más efectivo elegir otro momento cuando sí podamos disponer de la relajación necesaria.
Personalmente analizo mis resultados y mis nuevas metas durante las vacaciones de verano, cuando la ciudad parece adormecida con las empresas cerradas, el clima relaja el ambiente y ningún horario me somete. En ocasiones he pasado noches sin dormir cuando me siento conectada conmigo misma y las ideas fluyen libres ignorando la fuerza de la gravedad y el paso del tiempo…